EL NIDO VACÍO

 

El momento en que los hijos de una familia salen para hacer su propia vida, suele ser llamado NIDO VACÍO.

Uno de los propósitos importantes cuando se decide ser padre o madre es precisamente lograr que los hijos lleguen a ser independientes, autosuficientes y competentes para emprender su propia vida. Así que la partida de los hijos es una especie de culminación, es un éxito de la paternidad, la maternidad y la vida que un hijo comience a dar pasos por su propio pie.

El ideal es que poco a poco los padres e hijos puedan asimilar el cambio, tener el suficiente enfoque para enriquecer cada quien la propia vida e incluso experimentar orgullo y satisfacción al saber que ese hijo se ha consolidado como un adulto competente, en cierta forma es el momento donde muchos de los esfuerzos de la crianza encuentran sentido.

 

El asunto complicado es que en cada uno de los pasos que un hijo puede dar por sí mismo, puede experimentarse también un nuevo distanciamiento. En un momento dependen de nuestro cuerpo, cercanía y sostén, luego dan pasos que parecen alejarlos de nuestro vientre y de nuestros brazos. Por verlo de alguna manera podemos pensarlo como un largo parto, lleno de la felicidad de la nueva vida y del dolor de la separación que debe ocurrir para que realmente pueda generarse esa OTRA vida.

 

Los hijos que tienen más posibilidad de asimilar este proceso son:

  1. Los que han consolidado una identidad, reconocen su persona, sus limitaciones, tienen un proyecto de vida, han desarrollado habilidades para sostenerse y cuidarse: los que tienen una autoestima fuerte.
  2. Los que se han asumido realmente como hijos y viven ese rol, no intentan ser padres, educadores o cuidadores de sus propios padres, sólo hijos adultos.
  3. Han podido establecer una sana distancia respecto a la relación de pareja que sostengan o no sus padres.
  4. Los que logran generar una adecuada gratuidad con los padres (sin sobre-responsabilizarse), experimentan gratitud y saben encontrar los canales afectivos para expresarla.
  5. Los que han comprendido que la distancia física no significa necesariamente estar lejos de un padre, que en especial los padres y madres que han ejercido ese papel permanecen en la vida de los hijos aun cuando físicamente no estén.

Los padres que tienen más posibilidades de asimilar maduramente este proceso suelen ser:

  1. Padres que tienen una vida propia con proyectos más allá de la paternidad. Emprenden actividades que les generan bienestar, satisfacción y realización. Padres que aman la vida misma.
  2. Las parejas que tienen una vida conjunta más allá de los hijos, han trabajado por consolidar también una relación de pareja. Realizan actividades juntos y de intimidad, tienen buena comunicación y han alcanzado un sano compañerismo.
  3. Han ido asimilando el crecimiento de los hijos en etapas previa. Observan la autosuficiencia de sus hijos como un motivo de orgullo, se alegran y experimentan satisfacción al verle alcanzar nuevas metas.
  4. Saben que su papel ha sido nutrir y empujar una nueva vida, han reconocido y disfrutado la satisfacción de participar en ese propósito.
  5. Saben que su presencia y lo que han aportado acompaña a ese hijo más allá del tiempo y el espacio.

Todo este proceso no es sencillo y se va preparando desde el mismo momento en que se sabe de la existencia de un hijo. Es normal que al partir los hijos se experimente un desbalance, tal como ocurre en todos los cambios importantes, pero con tiempo y apoyados en una filosofía de colaboración con la vida se va asimilando con menos dificultad.

Sin embargo, las circunstancias humanas siempre son complejas y hay distintas causas que pueden empantanar este proceso. Si observas alguna dificultad para asimilar esta nueva etapa de la vida, no dudes en solicitar un acompañamiento psicológico.

 

Ant. Psc. Adriana Morfín

 

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